Parte IV
Tragedia y Misterio en su Historia
Don Rafael Giordano y su esposa Vittoria D'Olivi adoraban a su única hija Lucía. No escatimaban esfuerzos para brindarle además de un intenso cariño, los elementos necesarios para que fuera feliz, para que pudiera concretar sus sueños de juventud, todos los anhelos que seguramente guardaría en su alma y en su corazón.
Lucía, como toda chica de su edad deseaba vestir elegantemente y de acuerdo a los designios de la última moda. Esta indicaba para las damas: vestidos con adornos y encajes, sacos de pieles, faldas amplias y largas, sombreros adornados con plumas y flores, peinados altos, también con bucles, y a veces para concluír el peinado moños de terciopelo. Como complemento del vestir elegante femenino, guantes largos por encima del codo, y finalmente el calzado de tacos altos, y de variados colores de acuerdo al tono de la ropa que se esté usando. Ninguna mujer contrariaba estas disposiciones. Como era costumbre de aquellos tiempos, la muchacha concurría a realizar sus compras en compañía de sus progenitores, aceptando algunas sugerencias de ellos en relación a los artículos que intentaba adquirir. Antiguas normas que con el correr de los años cayeron en desuso, pues se las consideró ridículas e inaceptables.
Buenos Aires Durante la Primera Década del Siglo XX
Los ahorristas de tan lejana época en nuestra ciudad Capital, podían efectuar sus depósitos en infinidad de bancos habilitados para el caso: "Banco de Italia y Río de la Plata" (Bartolomé Mitre 448), "Banco de la Provincia de Buenos Aires" (San Martín 137 y Bartolomé Mitre 455), "Banco de Londres y Río de la Plata" (Bartolomé Mitre 399 y Montes de Oca 707), y muchos otros, que cubrían amplias zonas urbanas.
Gran cantidad de tiendas se instalaron en las calles porteñas: Gath & Chaves (Florida 107-27 y Bartolomé Mitre 569). "Al Palacio de Cristal" (Artes 130-40), "La Mondiale" (Av. de Mayo 801). "Tienda San Juan"(Alsina y Piedras). "M. Zabala" (Bartolomé Mitre 799), y muchas más, todas muy conocidas y de gran renombre.
Los fumadores tenían variadas marcas de cigarrillos para elegir: "Centenario", "París", "Siglo XX", "Vuelta Abajo", "43", "Turistas", "Monterrey", entre las más conocidas.
Una costumbre del ciudadano de la Capital se hacía realidad cada noche; concurrir con su familia a espectáculos teatrales, para lo cual contaban con adecuadas salas que ocupaban la zona céntrica: "Teatro Colón" (Libertad 601), "De la Comedia" (Carlos Pellegrini 248), "Marconi" (Rivadavia 2328), "Politeama" (Corrientes 1470). "San Martín" (Esmeralda 257), "Odeón" (Esmeralda 367), "Del Coliseo" (Charcas 1119), "Del Casino" (Maipú 336). Los barrios suburbanos carecían de ese privilegio.
Las confiterías y los cafés de entonces también eran lugares donde se reunían la gente para conversar y distraerse. Entre otros podemos citar: "Confitería del Molino" (Rivadavia y Callao), "Confitería París" (Libertad y Charcas), "Confitería del Gas" (Rivadavia y Esmeralda), "Café Tortoni" (Av. de Mayo 829), "Café La Helvética" (San Martín y Corrientes), "Café de la Amistad" (Rivadavia y Buen Orden-hoy Bdo. De Irigoyen).
En cuanto a los deportes que practicaba la población, el fútbol, ese juego de los "ingleses locos", traído al país por Mr. Watson Hutton, llevó la preferencia de la mayoría, y fundándose luego entidades de orígen nacional, que años más tarde causaron la admiración de los creadores británicos. Los alumnos superaban a los profesores. En aquellos años, también la aeronáutica tuvo sus adherentes, aunque no era una disciplina del ciudadano común. Su precursor fue Jorge Newbery nacido en Buenos Aires el 27 de mayo de 1875, fundador del Aero Club Argentino en enero de 1908. El 17 de octubre del citado año el Dr. Eduardo Newbery, uno de los doce hermanos de Jorge, en compañía del sargento Eduardo Romero y con diez palomas mensajeras a su bordo, inicia un viaje en globo con un recorrido previsto de antemano. Nunca se supo el destino final de la aeronave y sus valerosos tripulantes, solo regresó una sola paloma pero sin traer ningún mensaje. El globo "Pampero" había entrado en la historia con su luctuosa y triste desaparición.
La "High life" argentina de la época concurría para hacer deportes, a entidades donde sus asociados casi en su totalidad eran ingleses o descendientes de ellos, se inscribían en torneos de cricket, remo, yachting, polo, rugby, atletismo, tenis, golf, etc. Una de ellas: YMCA (Young Men's Christian Association) fundada en mayo de 1902. También eran inglesas las líneas ferroviarias que cruzaban nuestra Capital. Según la historia el ingeniero Emilio Mitre había sido el autor de la llamada "Ley Mitre" que concedía a los británicos desde el 30 de septiembre de 1907, franquicias aduaneras durante 40 años. Las empresas beneficiadas: "Ferro Carril Central de Buenos Aires", "Ferro Carril Central Argentino", "Ferro Carril Oeste", "Ferro Carril Buenos Aires al Pacífico", "Ferro Carril Sud" y otras que circulaban por distintas partes del interior del país. Un colosal negocio para los empresarios extranjeros.
En aquellos años, otro medio de transporte recorría las calles porteñas; el tranvía, que ya no era tirado por caballos. Tres grandes empresas ofrecían el servicio: "Anglo Argentina". "Compañía Eléctricos de Buenos Aires" y "Federico Lacroze". También en cierto momento estuvieron otras compañías: "La Capital", "Ciudad de Buenos Aires", "Metropolitanos", "La Gran Nacional", "Buenos Aires y Palermo" y "La Nueva"
Corrían los tiempos de las arterias céntricas empedradas y con múltiples locales de negocio, y las oscuras y mugrientas zonas del arrabal, fuente de inspiración de los talentosos poetas de nuestro tango.
Continuará
Isabelino Espinosa