Alberto
Chividini, un auténtico pionero del fútbol nacional
Su esbelta y gallarda figura era la admiración de sus seguidores, cuando
en alguna ocasión recorría las pintorescas y arboladas calles parquenses.
Llegó al barrio a comienzos del año 1934 ubicando su domicilio en
Arregui 3233, a pocos metros de la populosa calle Cuenca.
En la temporada de 1933 había ingresado al club San Lorenzo de Almagro
para integrar la primera división de esa entidad que conquistó ese
año su primer campeonato del ciclo profesional. Nació en la provincia
de Tucumán y desde muy pequeño sintió atracción por
el único deporte que se practica básicamente con los pies; el fútbol.
En los inmensos baldíos de su pueblo natal, dio los primeros puntapiés
a una pelota de goma, que sustituiría más tarde por la reglamentaria
número cinco. Pronto consiguió sobresalir en puestos defensivos
de los equipos que integraba, pertenecientes a la "Federación Tucumana
de Football".
En 1929 formó en aquel inolvidable combinado argentino que ganó
el torneo sudamericano de ese año. En 1931 fue jugador de Unión
de Santa Fe, luego de integrar el seleccionado nacional que participó en
el primer certamen mundial de 1930 realizado en Montevideo, donde Argentina obtuvo
el segundo puesto.
Vistió por primera vez la casaca azulgrana de San Lorenzo de Almagro, el
16 de abril de 1933 cuando se disputaba la sexta fecha, frente a Platense en cancha
de éstos. El triunfo correspondió a los de Boedo por 3 a 1. También
Chvidini integró el conjunto de "El Ciclón" cuando se
consagró campeón del torneo "Copa de Honor" en 1936, siendo
uno de los puntales de la defensa, cuya formación era la siguiente: Gualco;
Tarrío y Gilli; Arrese, Scavone y Chividini; Cavadini, Alarcón,
Naón, García y Arrieta. Continuó durante dos años
más ocupando distintos lugares defensivos de su equipo. Fue un jugador
ordenado y muy seguro, actuando siempre sin artimañas ni violencias.
Jugó su último partido en la primera división de los "santos",
en la quinta fecha del campeonato organizado por la A.F.A. el 5 de mayo de 1938
frente al conjunto de Almagro en la cancha de Vélez Sarsfield, obteniendo
la victoria el equipo de Boedo por 4 a 3. El ganador presentó el siguiente
elenco: Gualco; E. González y Chividini; Arrese, Scavone y Colombo; Orlando,
Alarcón, Cosso, Ballesteros y Pantó. Mientras actuaba en el fútbol
de primera y después de cumplido esa etapa, concurría a menudo a
los potreros del barrio parquense, a presenciar los distintos partidos que allí
se disputaban, pero nunca se lo vio integrando algún equipo de la zona,
a pesar de los insistentes pedidos de muchos vecinos de aquella época.
Otros sí lo habían hecho, aún en momentos de estar ocupando
lugares privilegiados en conjuntos futbolísticos de gran nivel.
Por su tesón y jerarquía futbolística, se lo recordará
como un elemento importante, necesario y útil, en las formaciones que integró.
Fue una de las más reales glorias del fútbol argentino. Su nombre
estará impreso en las páginas de la historia del popular deporte,
y también en las que mencionan el pasado de Villa del Parque, el barrio
en el cual habitó durante algunos años.
Isabelino Espinosa
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