Alfredo Gobbi, con un glorioso apellido de una familia de artistas
Muy pocas veces en las páginas de la historia de nuestra querida música popular ha sido posible registrar el caso de que en una familia donde el arte fue factor preponderante, algunos de ellos pudieron ser auténticos pioneros en esa actividad.
En tiempos lejanos, alrededor del año 1897, se produjo la llegada a la Argentina de los primeros aparatos denominados grafófonos o también fonógrafos a corneta, encargados de reproducir sonidos impresos en los llamados “cilindros”, importados por la case Enrique Lepage y Compañía, ubicada en las calles Bolívar 375 y Avenida de Mayo 638. Eran elementos técnicos que el público supo disfrutar.
No existía en ese entonces, otro tipo de grabación y esa importación venía del viejo continente con sus melodías y las voces de sus artistas. Al llegar el año 1905 se produjo el nacimiento de la industria nacional de los registros sonoros, y para tal fin la mencionada empresa utilizó por primera vez a dos intérpretes criollos de excelentes condiciones; el matrimonio compuesto por Flora Rodríguez y Alfredo Gobbi, que dieron a conocer los más variados temas de moda en aquella época.
Primeramente se los escuchó a través de los citados “cilindros” por el sello “Víctor”, y tuvieron gran aceptación por parte del público. Luego el dúo viajó a Europa y en Londres efectuaron grabaciones en discos planos que posteriormente llegaron a Buenos Aires con el sello “Gath & Chaves”. En los mismos se podía leer en las etiquetas la leyenda: “Señor Gobbi y Señora”. Don Alfredo había creado un tema de gran éxito en su momento, la milonga: “La Entrerriana”. En Francia nació su hijo llamado Alfredo Julio, quien con el correr de los años obtuvo una trayectoria de gran importancia dentro del tango, obteniendo el reconocimiento unánime de admiradores de otros profesionales de la música.
En su época, inicial de violinista admiró a un colega de los tiempos de oro de nuestra melodía ciudadana, el maestro Elvino Vardaro, ejecutante y compositor de gran valía. Alfredo J. Gobbi cuando estuvo al frente de su conjunto orquestal fue quien cosechó frenéticos aplausos triunfales, que le otorgaron una fama genuina y auspiciosa. Sus presentaciones dejaron huellas indelebles de su calidad y prestigio.
En su condición de compositor se recuerdan su milonga: “A mis manos”, y los tangos “Canzoneta” y “Triste destino”, entre otros. Fueron inolvidables sus desempeños en LR1 Radio “El Mundo”, en “Bar Marzzoto”, Café “El Nacional” y Confitería “La Armonía”. Además, fueron exitosas sus actuaciones en clubes de Villa del Parque y Devoto. También en el barrio donde residía, calle Luis Beláustegui 3051 de Villa Mitre. Su hermano Virgilio (violinista como él) fue un excelente director de orquesta “Típica” y luego en el ritmo del “Jazz”.
De esta manera sintetizada, se ha reflejado parte de la vida artística de una familia argentina, que cultivó con solvencia una actividad nada fácil como es la música, logrando los anhelos de una consagración por la cual lucharon.
ISABELINO ESPINOSA
Historiador