EL ANTIGUO CASTILLO DE VILLA DEL PARQUE PARTE XXI Tragedia y Misterio en su Historia REMINISCENCIAS DE UN TIEMPO LEJANO
A esta altura de los acontecimientos y con respetuosa curiosidad preguntamos en condición de neófitos en la materia a los profesionales de la ciencia psíquica, ¿alguien podrá ser capaz de descifrar las casi insondables e intrincadas decisiones que toma la mente humana? ¿qué pensó en aquellos momentos don Rafael cuando quiso destruir para siempre las pruebas de su estadía y la de su familia en Buenos Aires. ¿Acaso su extremo dolor, su pena inconsolable produjo en él cierta enajenación mental? ¿pudo esa situación ser originaria de semejante intriga? Todo es posible, y antes de cumplirse un siglo de aquel suceso los interrogantes aumentan en forma considerable su círculo íntimo y en el entorno de sus amistades empezó a gestarse una disimulada preocupación. Nadie decía nada al respecto pero todos comenzaron a descubrir ciertos cambios en su personalidad. Llamaban la atención sus repentinos estados depresivos que aparentemente luego superaba, mostrándose jovial y optimista como siempre. A pesar de tales desequilibrios nada hacía presumir el retorno a su situación tan conflictiva de meses atrás. Su comportamiento no daba lugar a ningún tipo de alarma inmediata aunque todos prestaban la debida atención a sus discernimientos sobre distintos temas. Su memoria funcionaba perfectamente recordando su llegada al país a fines del año 1889, enterándose que una conocida familia italiana proveniente de Génova los había precedido llegando al Río de la Plata a mediados del siglo XIX, de apellido Podestá. Sus descendientes formaron un numeroso e importante clan de artistas de circo. Don Rafael hacía sus evocaciones normalmente y con mucho entusiasmo. Contaba de su acelerado aprendizaje de nuestro idioma y costumbres, motivo por el cual disfrutaba de su pasión; el teatro, y una obra criolla que nunca olvidó "Juan Moreira" y otra que también admiró: "La Gringa" de Florencio Sánchez. Este recorrido sobre la personalidad del señor Giordano es importante debido al vuelco que tuvo la misma de manera impensada. Casi a la finalización del año 1911, llamativamente comenzó a realizar algunos viajes a la ciudad de Santa Fe donde no tenía amigos ni parientes. Eso causó natural extrañeza entre su familia y sus amistades, su esposa Vittoria no encontraba los motivos de esas salidas periódicas, y fue ella la que en cierta ocasión halló entre sus papeles un borrador con varios modelos para testamentar y también unas copias donde aparecían temas relacionados con la falsificación de documentos, creación de certificados falsos, etc. Todos delitos castigados por las leyes vigentes. Decía el genio poético alemán Wolfanng Goethe: "La ley es poderosa, pero más poderosa es la necesidad". Tratando de interpretar correctamente este pensamiento diremos al respecto: ¿Qué necesidad tan fuerte e irrenunciable tenía don Rafael para urdir las patrañas que planeaba? Debido al rígido machismo que imperaba en aquellas épocas, su esposa no acostumbraba a efectuarle preguntas que él podría considerarlas como un interrogatorio, por esa causa su marido manejaba sus asuntos sin ningún tipo de control ni ataduras, como así también toda clase de gestiones personales que muy pocas veces comunicaba. Esa prerrogativa la usufructuó plenamente efectuando tratativas ocultas con ignorado final. Dos años no pasan en vano, el tiempo va destruyendo poco a poco infinidad de evidencias que la historia nunca podrá rescatar para registrarlas en sus páginas, mucho material de importante valor se ha perdido para siempre, lamentablemente sin posibilidad de hallazgo. Y mientras el señor Giordano realizaba sus secretas reuniones en varios lugares de la urbe porteña, (uno de los cuales era el lujoso "Plaza Hotel" de Charcas y Florida) un acontecimiento macabro e inesperado cuando transcurrían los primeros días del mes de diciembre de 1912, involucró de alguna manera y durante cierto tiempo a este polémico personaje de nuestros relatos: el propietario del palacio parquense. En esos años era tristemente célebre un joven y despiadado criminal llamado Cayetano Santos Godino. Páginas enteras de los medios informativos de la época daban cuenta de sus horrendas actividades. Jamás la historia del crimen de nuestro país registró la trayectoria de otro delincuente de tan aberrantes instintos. Escandalizó a la Argentina de principios del siglo XX. Había nacido casi a fines del año 1896 y se inició en el delito cuando tenía solamente ocho años de edad. Se ensañaba torturando y asesinando niños, además, sentía placer en originar incendios y matar animales. Finalmente fue juzgado y pudo salvarse de la pena capital por su condición de menor, pero lo enviaron a Ushuaia (Tierra del Fuego) a una cárcel donde debía cumplir prisión perpetua. Permaneció allí tres décadas y fue asesinado por otros presidiarios cuando tenía 48 años, el 15 de noviembre de 1944. Como decíamos al comienzo en esos días de diciembre de 1912, un hecho fortuito complicó la existencia del señor Giordano. "El Petiso Orejudo" había asesinado a un niño de aproximadamente tres años de edad llamado Gesualdo Giordano, que como puede apreciarse tenía su mismo apellido. La mente afiebrada de alguien, y sospechamos con que intenciones, "fabricó" la noticia que era hijo extramatrimonial del acaudalado don Rafael. Un secreto que él "ocultó celosamente" hasta esos momentos. Nada era verdad, todo era realmente ficticio, producto, quizás, de personas que no simpatizaban con el dueño del castillo, y trataban de perjudicarlo con deplorables mentiras, que le causarían serios inconvenientes ante sus familiares. Posteriormente se comprobó que ese infortunado niño era hijo de un matrimonio italiano compuesto por Antonio Pascual Giordano y Rosa Sabino residentes en un conventillo del barrio "Parque de los Patricios" de Buenos Aires. Quedó de ese modo destruido el artero y cobarde intento de cometer un irreparable daño moral a un inocente. Continuará ISABELINO ESPINOSA Historiador